Magnífica, soberbia, estratosférica. Así se define la victoria del Barça en la Euroliga. Los azulgranas arrollaron a un Olympiacos que nunca se rindió, solo cuando la evidencia fue demasiado grande para negarla.
Salió el Barça enchufado y pronto se destacó en el marcador. El tiro exterior funcionaba y la pintura se llevaba los rebotes. La diferencia de puntos fue aumentando hasta terminar la primera parte. En la reanudación los griegos se acercaron hasta cinco puntos, pero nuevamente las rotaciones de Xavi Pascual dieron el aire necesario a los jugadores para que pusieran tierra de por medio otra vez en el marcador. Con una ventaja de quince puntos, los azulgrana controlaron el partido hasta la finalización del mismo.
Al terminar la final, la alegría era máxima. Los jugadores reían, lloraban, se abrazaban… lo habían conseguido. París devolvía al barcelonismo la copa que en dos ocasiones anteriores les había quitado. Y el máximo artífice (aparte de los jugadores) no era otro que Xavi Pascual. Algunos creen que es un entrenador normal, que teniendo tanta calidad en la plantilla lo normal es ganar títulos. Pero solo hay que fijarse en sus jugadores. Todos motivados, jueguen o no. Todos esperando su momento, saben que lo tendrán. El trabajo del técnico catalán es extraordinario. Ha conseguido que en una plantilla llena de cracks, ninguno se crea mejor que los demás. Que todos vayan al compás de una misma música: la de la victoria. Que todos bailen al mismo son: el de la ilusión.
Así es Xavi Pascual. Un tipo normal y muy trabajador que ha demostrado que con constancia uno puede llegar a lo más alto. Ahora queda lo más difícil: ser capaz de mantenerlo, aunque yo estoy seguro que lo conseguirá.
Salió el Barça enchufado y pronto se destacó en el marcador. El tiro exterior funcionaba y la pintura se llevaba los rebotes. La diferencia de puntos fue aumentando hasta terminar la primera parte. En la reanudación los griegos se acercaron hasta cinco puntos, pero nuevamente las rotaciones de Xavi Pascual dieron el aire necesario a los jugadores para que pusieran tierra de por medio otra vez en el marcador. Con una ventaja de quince puntos, los azulgrana controlaron el partido hasta la finalización del mismo.
Al terminar la final, la alegría era máxima. Los jugadores reían, lloraban, se abrazaban… lo habían conseguido. París devolvía al barcelonismo la copa que en dos ocasiones anteriores les había quitado. Y el máximo artífice (aparte de los jugadores) no era otro que Xavi Pascual. Algunos creen que es un entrenador normal, que teniendo tanta calidad en la plantilla lo normal es ganar títulos. Pero solo hay que fijarse en sus jugadores. Todos motivados, jueguen o no. Todos esperando su momento, saben que lo tendrán. El trabajo del técnico catalán es extraordinario. Ha conseguido que en una plantilla llena de cracks, ninguno se crea mejor que los demás. Que todos vayan al compás de una misma música: la de la victoria. Que todos bailen al mismo son: el de la ilusión.
Así es Xavi Pascual. Un tipo normal y muy trabajador que ha demostrado que con constancia uno puede llegar a lo más alto. Ahora queda lo más difícil: ser capaz de mantenerlo, aunque yo estoy seguro que lo conseguirá.
1 comentarios:
Menudo EQUIPAZO. El mejor Barça de basquet que he visto en toda mi vida (aunque muy de cerca le sigue el Barça de Bodiroga, Navarro y cia). Ganar de 18 toda una final es sencillamente MAGISTRAL.
Me encató ver a los nuestros de fútbol apoyando a sus amigos del Basquet, ya se sabe MES QUE UN CLUB ;)
Saludos.
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