Ayer jugó Cataluña, hoy lo hace Euskadi. Todo esto con la polémica surgida entre la Liga y la AFE por la próxima jornada de liga y el posible aplazamiento de ésta. Entre medio, un sinfín de acusaciones y tergiversaciones desmesuradas de un sector de la prensa que ve con miedo la celebración de estos partidos con carácter reivindicativo.
En unas fechas donde la liga se para y los aficionados quedamos huérfanos de futbol, resulta aliviador poder disfrutar de este deporte en forma de fiesta. Es cierto que hay connotaciones políticas con las que uno puede estar de acuerdo o no. Sin embargo, no es menos cierto que estos eventos calman y sacian parcialmente la sed de estas naciones. Y sí, pongo naciones porqué lo son, le pese a quien le pese. Y aunque para algunos la celebración de estos partidos sea preocupante, resulta mucho más inquietante la actitud de diversos medios, la mayoría concentrados en la capital, que abogan por desacreditar esta fiesta nacional con una supuesta visión objetiva de la situación.
Primero fue la prohibición de algunos clubes a permitir a sus jugadores disputar el partido. Entonces no hubo ningún reproche en la prensa capitalina. Luego, la posible poca asistencia de público. “Los aficionados dan la espalda a Cruyff”, decía un periódico. Finalmente, y ya con el partido disputado, vinieron los artículos de opinión escritos bajo la supuesta objetividad de la qué hablábamos antes. Alfredo Relaño, director de As, no tenía reparos en afirmar con rotundidad que "las selecciones autonómicas flojean". En Marca, en cambio, se encargaban de desprestigiar la contundente victoria de Cataluña nombrando las bajas de la selección hondureña (¿Cuántas tenía Cataluña?). Después de este vendaval de ira y recelo me quedaron algunas cuestiones pendientes ¿Alguien valoró el partido, las jugadas, los goles? ¿o la actuación de Bojan? Seguramente ni vieron el partido…
Pero ahí no acabó la cosa. Las declaraciones de Pochettino en las que manifestó su malestar por los minutos jugados por sus jugadores en dicho amistoso fue la enésima oportunidad para intentar tumbar esta tradición nacionalista. En As no se dudó ni un momento en darle importancia a la noticia, cuando ni siquiera había una crónica del partido. Pero lo bueno venía después. Al leer la noticia uno advertía esta frase: "Todos pensábamos que iban a jugar sólo media parte, como teníamos acordado, y me sorprendió. Quizá sea necesario un toque de atención". ¿Pero cuál fue mi sorpresa al escuchar enteras las declaraciones del entrenador perico y descubrir que el "teníamos acordado" no aparecía por ningún lado? Imagínenselo... Pura demagogia.
En cualquier caso, la realidad es que la selección catalana jugó contra un rival flojo al que goleó sin problemas. Las 30.000 personas que asistieron al estadi Lluís Companys, a pesar del clima y del rival, demostraron que estos partidos tienen todavía su razón de ser. Y las continuas provocaciones de los medios capitalinos dieron a entender nuevamente el recelo que existe ante estos encuentros.
Seguramente podríamos discutir horas y más horas cuáles son los motivos de dicho comportamiento. Sin embargo, quizás lo más sencillo sería preguntarse una simple cuestión ¿A qué tienen miedo? A mí me cuesta entenderlo, pero si ha existido una campaña para desacreditar de tal forma estos partidos será por alguna razón. ¿O es simplemente un estigma del pasado?
1 comentarios:
Hola Jordi, te contestaré a la última pregunta que haces, yo no creo que tengan miedo a nada, pero desde la capital se potencia abrumadoramente el pensamiento único, y todo lo que pueda aparecer como disidencia (y aparecer Catalunya como una nación asi les va a parecer siempre) es torpedeado de forma sistemática por los "nacionalespañolistas". De un barcelonista.
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