9 oct 2009

Y se lió la gorda...


En los últimos días el tenis español vive convulsionado debido a la elección de la futura sede de la final de la copa Davis que se disputará en territorio nacional a principios de Diciembre. El problema reside en que Madrid, resignada por la “derrota” en los JJOO, ha decidido no presentarse como candidata para la Davis ya que su altura (600m respecto al mar) hacía presagiar otra derrota.

Ahora, con la renuncia de Madrid son varias las sedes que aspiran a albergar la final del prestigioso torneo por equipos de tenis. Barcelona y Valencia son las mejores colocadas, aunque ya han salido algunas discrepancias. Robredo afirmó que le gustaría que fuese en Barcelona. Ferrero dijo que preferiría que se disputase en Valencia. Y Feliciano y Verdasco apostaron por Madrid. Todos ellos dieron su legítima opinión y, todos ellos barrieron para su casa.

No obstante, fueron los dos madrileños quienes, dolidos por la marginación a Madrid, decidieron empezar una guerra contra la candidatura de Barcelona. Ambos afirmaron que “Barcelona no se lo merece porque ya tuvo una final en el 2000”, olvidando que sus opiniones pueden ofender y herir a una candidatura que no ha faltado al respeto a nadie y, que se ha presentado con las mejores infraestructuras posibles para ayudar en todo lo posible al equipo nacional.

¿Por qué Barcelona? ¿Qué ha hecho la ciudad condal?

Ferrer es valenciano y, a pesar de ser uno de los jugadores que se manifestó contrario a jugar en altura (indirectamente Madrid se vio perjudicada), su ciudad natal no se ha visto ofendida por la opinión de dos tenistas dolidos por la decisión de la federación española de tenis. Tampoco Nadal, menorquino, ha visto como sus compañeros faltaban al respeto y desprestigiaban la candidatura de su tierra. Sin embargo, da igual. No importa quien haya privado a la capital de su final de la copa Davis. El culpable de todos los males es siempre la misma: Barcelona y Cataluña. Da igual que ningún catalán haya ayudado a desbancar a Madrid. Da igual que Barcelona se haya esforzado para ofrecer las mejores instalaciones posibles. Da igual que el público catalán se haya volcado con esta final dejando atrás las historias que cuentan que en Cataluña no se celebran las victorias españolas...

Todo eso da igual. Solo importa el odio. Solo importa que Barcelona sea, para ellos, la única ciudad que puede quitarles la hegemonía que hasta ahora han gozado gracias al centralismo español. Solo importa que Barcelona no venza donde Madrid ha perdido.

Si finalmente es Barcelona la elegida para la final ¿Qué trato merecen recibir? Está claro que el público debería estar por encima de ellos y demostrar a Feliciano y a Verdasco que, pese su equivocada actitud, Barcelona sigue apoyándolos… aunque estoy prácticamente seguro que esto no sucederá. Los catalanes estamos cansados de ser siempre el centro de las iras. Es una pena ver que pasan los años, pero no pasan los celos. Es cierto que existe un cambio. La tolerancia es cada vez más grande, aunque los sectores más duros siguen teniendo el poder y eso, desafortunadamente, sigue haciendo daño. ¡Esto no puede continuar!

Amigos míos, quienes tendrán que jugar en Barcelona si sale elegida sede de la final serán ellos. Y lo harán con un clima tenso con el público y con sus compañeros. El cruce de declaraciones de los dos madrileños con Nadal ya ha empezado y la guerra parece inevitable. No dudo que Nadal, número 2 del mundo en la pista, y número 1 fuera de ella sabrá manejar el tema y evitará el desastre. No obstante, lo que se empezó a gestar hace un año ha explotado ahora, justo antes de una final. Veremos si pasa factura...


La imagen pertenece a http://www.as.com

1 comentarios:

Carlos Plumed dijo...

Bueno, chaval. Te has ganado un comentario.
Pocos años tienes y mucho que contar, parece. El problema es que el comentario no tenga tanto que ver con el deporte como, quizás, desearías. Lástima que no tenga mucho que polemizar contigo con lo que me gusta eso. He nacido en barcelona, de padre aragones y madre catalana. Me educaron en castellano y es el lenguaje vehicular dentro de la familia, en castellano pienso y al Catalán tengo que traducir cuando en catalán me comunico. Lamento no estar en el otro lado del bilingüismo. En parte gracias a los mesetarios recalcitrantes, soy nacionalista catalán. Deseo que Catalunya sea una nación y en su defecto me conformaría con un estado federal, con selecciones deportivas propias, con un foro económico parecido al vasco donde se recaude el 100% de los impuestos y se pague un cupo. Vamos, me conformo con poco. Aún así, me alegro de las victorias de la selección española puesto que un vecino de valencia, murcia, sevilla o madrid lo siento mas cercano que uno de turquia o de rusia. Lo que me pesa es que los madrileños se vean como los abanderados de este sentimiento haciéndome setirme culpable de vez en cuando de mi españolismo al compartirlo con semejantes compañeros de viaje. Estoy hasta las narices que gente que tiene lo que quiere; un pais que siente como propio, un himno que siente como propio, unas selecciones deportivas que sienten como propias se escandalicen y se rasgen las vestiduras ante las expresiones de personas que adolecen de esos sentimiento y que los añoran (puesto que fuimos lo que queremos volver a ser). Para mí, gran parte de la necesidad que tiene catalunya de sentirse libre viene dada por la incomprensión y la falta de "amigos" en este patio de colegio que se llama españa. Este patio de colegio no entiende de diversidades. Para los "matones" de este patio de colegio, todos deberían ser del Madrid, votantes del PP y católicos practicantes. Y así vamos. El no permitir que un número no desdeñable de personas, algo así como 7 millones, puedan elegir su futuro y la posibilidad de tener un estado propio me deja perplejo. ¿Quien eres tú para decirme que no puedo aspirar a tener lo que tu tienes?. ¿Acaso entiendes por lo que estamos pasando?. En fin. Por cierto, força barça i visca catalunya.

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